Los negocios de barrio en la economía de pagos
Académico de la UNAB expuso en un reciente seminario el caso de la Caja Vecina como exponente del modelo de corresponsalía bancaria e inclusión financiera.
Mientras la digitalización de los servicios avanza a pasos agigantados, una investigación académica destaca la importancia de las economías de barrio, en las que el dinero en efectivo tiene aún plena vigencia y está lejos de caducar, como muchos parecen pensar.
Según el profesor Juan Felipe Espinosa, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello, UNAB, de Viña del Mar, las Cajas Vecinas del BancoEstado han propiciado la bancarización en base al negocio de barrio a través de lo que se denomina corresponsalía bancaria.
PhD en Management de la University of Leicester y magíster en Negocios de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Espinosa expuso recientemente en el seminario “El nuevo rol de los almacenes de barrio en el ecosistema de pagos de las comunidades”, organizado por la Escuela de Ingeniería Comercial de la UNAB.
En la oportunidad, el académico mostró cómo la implementación de las Cajas Vecinas, canales de atención del BancoEstado en locales de microempresarios, contribuyó a la inclusión financiera de sectores socioeconómicos más bajos.
Vigencia del efectivo
Explicó el académico de la Andrés Bello que, ya en 2015, BBVA Research comentaba que la corresponsalía bancaria extiende el acceso a los sistemas financieros formales con un modelo que transforma a los locales de barrio. “Son un canal de acceso complementario a la sucursal bancaria, puntos físicos conectados de manera directa al mercado financiero”, señaló Juan Felipe Espinosa.
Sostuvo que la Caja Vecina permite bancarizar a los sectores socioeconómicos menos bancarizados, incluso los que están bajo la línea de la pobreza. Y, pese a la creciente digitalización de la banca, la Caja Vecina sigue ocupando un espacio relevante, realizándose en ella millones de giros y depósitos al mes.
Caja Vecina se transforma así en un operador comunal, con clientes que confían y conocen al operador, confianza vinculada al espacio de pagos creado por cliente y comerciante, donde se producen transacciones distintas a las del banco.
“Es un mecanismo que permite afianzar la identidad propia del cliente y del almacenero que se conectan de manera consistente en este mundo incierto”, concluyó Espinosa.
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