Rodrigo Rojo: Inteligencia artificial y marketing
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Managing director de Soul expone acerca de esta tecnología, que se puede ver como un aliado poderoso para la actividad, aunque genera dilemas éticos.
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un actor clave en el mundo del marketing digital. Chatbots, generación de contenido automatizada, y recomendadores personalizados son tan solo algunos ejemplos de cómo la IA está transformando la forma en que las marcas se conectan con sus audiencias. Sin embargo, como toda tecnología innovadora, su implementación conlleva dilemas éticos que deben ser considerados.
Somos testigos de las oportunidades que abre la AI, por ejemplo, para replicar o simular la participación de una persona conocida en alguna campaña, sin que esta tenga conocimiento de esta acción...
Hasta que la campaña aparece en redes sociales, como le ocurrió al actor Tom Hanks hace algunas semanas, a quien se le vinculó a una campaña de una clínica dental sin que él hubiera autorizado el uso de su imagen. Manejar esta herramienta con responsabilidad es primordial y eso incluye la importancia de respetar el derecho de uso de imagen o voz.
Otro de los principales retos es evitar los sesgos presentes en los modelos de IA. Si los datos con los que son entrenados contienen prejuicios, estos pueden perpetuarse en las recomendaciones y decisiones automatizadas.
Las marcas tienen la responsabilidad de auditar rigurosamente sus modelos para detectar posibles sesgos y ajustarlos en consecuencia. Además, el usuario debe siempre validar lo que genera, pues es el responsable de usarlo en sus procesos de marketing.
"Con transparencia, uso justo, auditorías contra sesgos y manteniendo siempre a un humano en el proceso de generación de contenido con IA, podremos aprovechar todo su poder de forma responsable."
Dilema importante es también el de la privacidad de los datos. La IA permite analizar enormes volúmenes de información sobre los hábitos y preferencias de los consumidores. Esto representa una ventaja competitiva para las empresas, pero también conlleva la responsabilidad de manejar esos datos sensibles con transparencia, consentimiento informado y medidas rigurosas de ciberseguridad.
Cuando se trata de generación de contenido con IA, surge la pregunta de si es necesario declarar que fue creado por una máquina y no un humano. Si bien no hay consenso al respecto, lo ético es siempre privilegiar la transparencia con los consumidores.
Finalmente, está el desafío de mantener al humano dentro del proceso. Las máquinas pueden optimizar y automatizar, pero las personas deben dar la instrucción, validar las respuestas y asumir la responsabilidad final de las acciones. Un uso ético de la IA en marketing necesita supervisión humana constante.
En definitiva, la inteligencia artificial es una aliada invaluable para comprender a los consumidores y ofrecerles experiencias hiperpersonalizadas, acelerando las posibilidades de los equipos de marketing. Pero su adopción exige una reflexión profunda sobre los dilemas éticos emergentes.
Con transparencia, uso justo, auditorías contra sesgos y manteniendo siempre a un humano en el proceso de generación de contenido con IA, podremos aprovechar todo su poder de forma responsable.
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