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Jorge Gillies: Es el lenguaje, estúpido

Jorge Gillies: Es el lenguaje, estúpido

Académico de Humanidades y Tecnología de Comunicación Social en la Universidad Tecnológica Metropolitana analiza elementos de la comunicación política.

“Es la economía, estúpido” fue el eslogan con que Bill Clinton ganó, contra todo pronóstico, la presidencia de Estados Unidos en 1992. En el caso de nuestras primarias presidenciales, el factor clave fue el lenguaje, lo que pone de relieve la creciente importancia de la comunicación política en la sociedad.

De hecho, lo más probable es que la derrota de Daniel Jadue haya quedado sellada el primer segundo de su espacio en la franja electoral, donde se presentó una alegoría épica que, en términos estéticos y de contenido, tenía una impronta confrontacional que evocaba más bien el pasado y que podía inspirar solamente a sus propios partidarios.

Con posterioridad, el candidato del PC buscó corregir esta limitación, abordando temas de contingencia, pero la primera impresión es siempre determinante y quedó en la retina de los electores.

Curiosamente, el posicionamiento “duro” de Jadue –en contenido y forma– ayudó a construir literalmente la campaña de Gabriel Boric, quien sumó electores que inicialmente no sentían mayor compromiso con su candidatura.

Tampoco ayudaron a Jadue sus desinteligencias y errores, y el tono en ocasiones prepotente mostrado en los debates, pero sobre todo las expresiones descalificatorias y despectivas de sus partidarios en el mundo paralelo de las redes sociales, que se tiñeron de amarillo para tratar a sus rivales. Paradójicamente, este hecho fue reconocido magistralmente por el propio líder comunista al reconocer su derrota, cuando se refirió a la necesidad de mejorar el trato entre sectores que se suponen aliados.

Otro factor que se sumó a los desaciertos de la campaña del edil de Recoleta fue su respuesta ambigua ante las protestas en Cuba.

Se trata de un karma que perseguirá, por cierto, al Partido Comunista chileno mientras no se distancie explícitamente de los regímenes de partido único, como los imperantes en la isla caribeña y en China, y no condene sin ambages a los regímenes totalitarios de Venezuela y Nicaragua.

Y un hecho que no ha sido suficientemente analizado es lo que el periodista Mirko Macari llamó el “dedazo” de Queen Izkia. Efectivamente, el apoyo explícito a Boric de la presidenta del Colegio Médico –quien mantiene un liderazgo silencioso, pero incólume– no debe haber pasado inadvertido para los electores, especialmente los más jóvenes.

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