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Maíra Gracini: Sumar para multiplicar

Maíra Gracini: Sumar para multiplicar

Directora de marketing de Zendesk en América Latina explica por qué la inclusión es esencial hoy para las empresas.

A 52 años de los disturbios de Stonewall en 1969 en Nueva York, en que las personas de la comunidad LGBTQIA+ se levantaron por haber sido sometidas a una brutalidad policial, la lucha contra la discriminación aún existe, pero enfrenta diferentes retos.

Como un colega dijo, “más que recordar toda la historia del LGBTQIA+, en el mes del orgullo es importante llevar la discusión al centro de la mesa. Reconocer a esta comunidad durante todo el año es necesario y evidenciar con mayor fuerza en este mes públicamente la necesidad de activismo político y una defensa de derechos humanos”.

La exclusión y la discriminación siempre derivan en violencia, y se transforman en un acceso reducido de oportunidades y la obstaculización del desarrollo económico de las personas LGBTQIA+ y, por ende, de la región donde viven.

A más de un año en que el mundo sigue combatiendo una pandemia, las personas están en busca de empatía en sus actividades diarias, espacios laborales, incluso lo que consumen. Según el reporte CX Trends 2021, el 72% de los clientes en Latinoamérica quiere comprar a empresas que den prioridad, en sus comunidades y lugares de trabajo, a la diversidad, la equidad y la inclusión.

El mundo post-pandemia tiene que hacer esfuerzos para convertirlos en un núcleo real de apoyo, aceptación y respeto. Un pilar importante para lograrlo es la inclusión laboral. Un lugar de trabajo saludable asume que los empleados pueden ser de cualquier género, sexo o posibilidad biológica, sin exigir que se definan o encajen en un molde.

"Aún falta mucho camino para que un día no sea necesario hablar de diversidad y que sea algo natural de nuestras vidas."

Los compañeros LGBTQIA+ necesitan estar más representados y, para ello, es importante primero entender la diferencia entre diversidad, inclusión y equidad. Todos son conceptos complementarios, pues uno no existe sin el otro. A forma de analogía, “diversidad es que te inviten a una fiesta. Inclusión es que te saquen a bailar”; me gusta entenderlo así.

La diversidad es el primer paso pero, en sí misma, no tiene valor. Lo gana estando acompañada de inclusión, la cual significa que tu participación no implique prejuicios de tus compañeros ni algo que afecte la forma en la que tu trabajo se desarrolla. Equidad es conocer tu valor único y así aportar desde la diferencia personal.

Inclusión y equidad deben formar parte de la cultura de la empresa; asegurarse de que todos –con sus diferentes perfiles, experiencias, edades, orientación sexual, etc– tienen las mismas oportunidades en los entornos de trabajo, haciéndolos más competitivos, manteniendo los mejores talentos y aumentando la fidelidad de los colaboradores y, con ello, de los clientes.

Las empresas que tienen hoy una cultura diversa e inclusiva son capaces de atraer talento mejor calificado y de generar un buen ambiente laboral. Según estudio de McKinsey, estas organizaciones tienen más probabilidades de incrementar su rentabilidad; en los últimos cinco años, esta probabilidad ha aumentado.

Es tiempo de que los líderes empresariales tomen una postura. Una empresa que se proclama como “aliada” trabaja para garantizar un espacio seguro para todos los empleados.

"Según el reporte CX Trends 2021, el 72% de los clientes en Latinoamérica quiere comprar a empresas que den prioridad, en sus comunidades y lugares de trabajo, a la diversidad, la equidad y la inclusión."

Pueden establecer objetivos corporativos claros, crear programas específicos para esas comunidades, a través de educación que genera conciencia para las personas que no tan familiarizadas con el tema, expandir el mensaje a través de comunicación interna, etc.

Parte de ser aliado o miembro de la comunidad es dar la bienvenida al cambio y mantenerse al día. Reconocer nuestros privilegios para posteriormente descifrar cómo usarlos para avanzar.

Una colega compartió conmigo: “La inclusión fomenta la innovación y da pie a una cultura en donde los empleados son respetados y se les da la oportunidad de crecer, aprender y contribuir a la compañía de la misma manera”. Una fuerza laboral diversa es el eje del crecimiento económico en una empresa, donde sin duda, se reducirá la rotación del personal y se tendrá gente más creativa y productiva.

Al final, todo el mundo está mejor servido por lugares de trabajo acogedores en que los compañeros LGBTQIA+ se sienten estructural, profesional y personalmente apoyados y, más importante, seguros de ser ellos mismos.

Si bien nuestra situación actual pone a prueba la inclusión, la convicción de que los derechos son inherentes a todas las personas se mantiene. Aún falta mucho camino para que un día no sea necesario hablar de diversidad y que sea algo natural de nuestras vidas. Ese es mi sueño.

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