Acerca del fútbol y de la multiculturalidad
Marcelo Blechman, socio en consultora Olivia, aprovecha la coyuntura de los torneos internacionales para destacar aspectos importantes en las organizaciones.
Está claro, y basado en varios estudios, que tener gente diversa y de distintos orígenes trae valor a las empresas. Cuando uno comienza a revisar el efecto de la multiculturalidad en su empresa en más detalle –cómo afecta tener gente proveniente de diversas partes del mundo y trabajando juntas, qué beneficios trae y qué otros factores debo tener en cuenta–, se torna un elemento sumamente interesante de analizar y el punto de partida es si estamos preparados como sociedad (y empresa) para esto.
Las cosas han cambiado, eso es evidente. Hasta hace un tiempo no era muy común tener compañeros de trabajo de tan diversas nacionalidades y, en general, sabíamos que en el país estaban viviendo muchas personas provenientes de Argentina, Perú o Bolivia, pero no necesariamente nos topábamos con ellas en el trabajo.
Mirando el tema desde la ‘otra vereda’, ¿cómo será para esa persona llegar a trabajar a otro país, con una cultura totalmente distinta, otra forma de relacionarse y, más encima, deber ser “aceptado” por sus compañeros? Seamos francos, en Chile no somos muy receptivos hacia otras nacionalidades, al menos no laboralmente.
Al analizar el tema de ‘encajar’ en un ambiente de trabajo para un extranjero, de manera políticamente correcta uno puede dividir la responsabilidad en ambas partes, tanto el colaborador como la empresa: el primero debe poner esfuerzo y ganas, mientras que la compañía debe generar las instancias correctas. Pero, al ir más allá, esto puede no ser suficiente; entonces, ¿cómo podemos congeniar y partir de buena forma una relación que nos lleve a un resultado positivo en el tiempo? La respuesta me la dio… EL FUTBOL!
Pese a no ser un gran futbolero, algo tengo claro: cuando llega alguien nuevo al barrio, al colegio, o a cualquier grupo social, ir a jugar un partido de fútbol o solo comentar alguno abre muchas puertas. En general, el deporte es como el lenguaje universal en que las culturas se unen y pueden participar y aportar cada uno desde su individualidad. ¿Por qué se da esto? ¿Qué factor permite que esto suceda?
El fútbol, y en general el deporte, tiene reglas claras y genera un espacio donde podemos compartir algo entretenido en un marco de respeto. En términos generales, sabemos a qué atenernos, cómo actuar y qué esperar del otro. El fútbol en sí se transforma en un espacio cultural definido, que nos permite desenvolvernos, aportar, participar –independiente de dónde vengamos–, con tranquilidad y entusiasmo.
Las empresas que quieran prevalecer y sacar el mejor provecho, no solo de la multiculturalidad, sino de una apertura total y consciente de integración, deben tener sus reglas claras, definir su rumbo y modelar la cultura deseada; esto es, un código común entendido transversalmente por toda la organización. Así pueden trabajar de mejor forma con las personas que llegan y ver cómo son un aporte a la cultura definida, moldeando desde ahí el crecimiento futuro.
De lo contrario, el ‘nuevo’ va a ser presa de una cultura definida por las mismas personas: “no hables con el jefe que es mal visto”, “no preguntes mucho que te arriesgas”, “no propongas ideas que se enojan”. Todo esto puede desencadenar un freno para su desarrollo y el de la empresa, simplemente porque a nivel general no estamos tomando definiciones globales que precisen cómo operar y nos ayuden a participar del partido… ¡y ganarlo!
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